Contubernio de Poderes en Colombia

Por : Jairo Bravo Vélez

Pregonamos a boca llena que somos un Estado Social de Derecho y la verdad es que tal afirmación no obedece a la realidad, solo se consigna en letra muerta en nuestra Carta Magna. Para que sostenga vigencia un Estado Social de Derecho, primera debe tener como puntales prioritarios dos aspectos totalmente importantes, además de otras conquistas democráticas fundamentales: 

Uno, que haya SEPARACION DE PODERES tal como lo pregonaba Montesquieu; que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial sean autónomos, independientes, soberanos, si se quiere. Y dos, que se respeten y garanticen los derechos fundamentales de los ciudadanos en aras de buscar, preservar y respetar  la dignidad humana. (Art. 1 de la C. N.), fin último del andamiaje social, entendido el termino en todo su contexto y significado.

A contravía de los alcances que conlleva una verdadera organización democrática,  nuestro sistema presidencial hace que se concentre todo el poder del Estado en el ejecutivo. Son el presidente y su partido de gobierno, como también sus aliados, los que manejan y acaparan todo el poder. Los poderes legislativo y judicial se convierten en un apéndice del primero, son dos poderes arrodillados, dependientes, serviles.

 El Congreso legislando para favorecer los intereses del grupo en el poder, a cambio de la famosa “mermelada”, de burocracia para sus amigos y parientes y de jugosos contratos. Engordan, sin límite, sus finanzas personales y de grupo, hasta esconderlas en paraísos fiscales. (Pandora Papers).

Todo con el fin de darle luz verde a la corrupción. La justicia, genuflexa ante los oscuros intereses del mandatario de turno y sus compinches hace toda clase de marrullas para que todo se cobije con el manto nauseabundo de la impunidad. (Cartel de la toga). Esta realidad nefasta dio descaradas e innegables muestras y resultados en esta semana que se acaba, así:

 Los órganos de control, instituidos para vigilar y preservar el  principio de legalidad y la moral de todos los funcionarios y servidores públicos de la nación, amén de la transparencia en sus actuaciones, fueron dejados con solvencia funcional y con garantía de que nada les pasara en su labor de control, al permitir actuar con “Elasticidad Moral” o con complicidad omisiva a los servidores públicos que dilapidan el presupuesto de los colombianos de manera infame.

Vendieron su conciencia los padres de la Patria y dejaron que las actuaciones arbitrarias e ilegales que, en ejercicio de sus funciones, cometan los funcionarios de control conocerán, por competencia, de ahora en adelante, no la corte suprema de justicia, como era, sino la Comisión de investigación y acusación de la Cámara de Representantes.

Que se recuerde nunca este colegiado juez ha proferido un fallo condenatorio; de ahí que se le conozca como la Comisión de Absoluciones de La Cámara de Representantes. Es inoperante, es el icono de la impunidad. Sus fallos son en conveniencia política, nunca en justicia. Futuro incierto y nefasto para el País cuando Procurador y Fiscal orienten, como lo están haciendo, sus ejecutorias con criterio partidista, en su condición de abyectos ejecutores de los intereses de su jefe: el Presidente.

La Ley de Garantías fue instituida para poner freno a la voracidad de funcionarios que en época eleccionaria ofrecían contratos y burocracia para armar sus empresas políticas y ganar elecciones acomodadas, con total irrespeto a sus contendores, ajenos a la burocracia y al poder.

Con esa palpable desigualdad debían y deben competir los líderes de oposición y los que, sin ser oposición, que los hay, no se han arrodillado al poder de turno. Obedeciendo este generalizado desvalor EL CONGRESO DE COLOMBIA, por mayoría, aprobó el artículo 125  del Presupuesto General de la Nación para que “a partir de la publicación de la presente ley y durante la vigencia fiscal 2022 la nación podrá celebrar convenios interadministrativos con las entidades territoriales para ejecutar programas y proyectos correspondientes al presupuesto general de la nación.

“Quieren usar nuestros impuestos para aceitar la maquinaria política para las próximas elecciones. Quieren usar los recursos de los colombianos para reelegir la corrupción del País”, se lamentó la Representante Katherine Miranda. Y ese lamento, o protesta inocua, contiene y resume toda la verdad de esta situación putrefacta.

Pero todavía hay algo más: el presupuesto general de la nación fue aprobado con toda la velocidad posible como si se tratara de algo sin trascendencia; los congresistas que lo votaron sabían que así debía hacerse y dejaron que las voces de los sectores alternativos se las llevara el viento, votaron obedeciendo solo a sus intereses personales, despreciando a sus electores y, en general, al pueblo colombiano.

Fue una clara manifestación fascista. Fíjense ustedes que el monto del presupuesto  asciende a trescientos cincuenta billones de pesos de los cuales, solo por poner un ejemplo, Setenta Y Ocho Billones se van a pagar la deuda externa de los cuales cuarenta y un billones son para pagar intereses y el resto para amortizar la deuda.

¡Por qué? -me pregunto- tan cumplidos en pagar la deuda, si estamos en una situación económica de los peores días de nuestra historia. Si veintitrés millones de colombianos viven en total pobreza y ocho millones en absoluta miseria, aguantando hambre; las medianas y pequeñas empresa en la quiebra, nuestra juventud sin trabajo y sin estudio. Yo preferiría quedar mal con mis acreedores y calmar las necesidades de mis compatriotas. Ahí está el principio de dignidad humana, no en la indolencia.

Colombia no soporta más este estado de corrupción, tenemos que luchar para no seguir siendo el cuarto país más desigual del mundo; esto tiene que cambiar y debemos empezar Encontrando Nuevos Legisladores que no sean antipopulares y antidemocráticos. En nosotros esta saber por quién dar nuestro voto, es nuestra responsabilidad de ciudadanos y de patriotas.

El establo de Augias estaba lleno de inmundicias acumuladas por muchos años hasta que Euristeo dijo: ¡no más! y llamo antes a Hércules para que lograra salvarlo, quien cumplió su imposible misión, en un solo día, cambiando el cauce de los ríos.

Necesitamos cambiar el cauce de la Patria para que este Congreso no de estos hitos infames.

jairobravo2010@hotmail.es

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