Harari, compara la sobrecarga informativa con el consumo excesivo de alimentos: así como el cuerpo tiene un límite para procesar alimentos, la mente también tiene un umbral para manejar información.

En un mundo donde estamos constantemente bombardeados por datos, es fundamental reconocer que gran parte de esta información es adictiva, pero carece de contenido útil. Esto no solo impide el conocimiento, sino que puede erosionar la verdad y la sabiduría. Propone una “dieta informativa”, sugiriendo que seamos más selectivos con lo que consumimos a través de una consolidación de una “caja de herramientas tecnológicas para la información”.

El autor advierte que vivimos en un mundo dominado por algoritmos que operan sin descanso, lo que nos obliga a seguir su ritmo en detrimento de nuestra salud mental y física. Estos sistemas algorítmicos están diseñados para captar nuestra atención, generando un ciclo constante de consumo que puede llevar a decisiones impulsivas y a una mayor inversión de tiempo en actividades en línea.

Harari enfatiza que, si no equilibramos nuestras vidas con la tecnología, podríamos enfrentar un colapso social. La importancia de encontrar momentos de calma y descanso se vuelve esencial en este contexto, especialmente en regiones con limitaciones tecnológicas donde las distracciones digitales pueden ser aún más perjudiciales.

Respecto a la inteligencia artificial, Harari destaca que no se trata simplemente de una herramienta, sino de una entidad capaz de tomar decisiones e inventar ideas por sí sola. A diferencia de tecnologías anteriores, como la bomba atómica, que siempre estuvieron bajo control humano, la IA tiene el potencial de operar sin supervisión directa. Esto plantea riesgos significativos para el futuro, ya que las decisiones tomadas por sistemas algorítmicos pueden tener consecuencias impredecibles y potencialmente dañinas que pueden llegar a esclavizarnos, como lo vienen haciendo las redes sociales.

Harari también compara la actual revolución informativa con la revolución de la imprenta en los siglos XV y XVI. Aunque muchos creen que la imprenta condujo al avance científico, los libros más vendidos en esa época eran tratados religiosos y manuales sobre caza de brujas. Hoy en día, las teorías conspirativas tropiezan con un altavoz en las nuevas tecnologías. Esta comparación resalta cómo las innovaciones tecnológicas pueden ser utilizadas tanto para el avance del conocimiento como para la difusión de desinformación.

Aunque no se puede revertir el avance tecnológico actual, Harari subraya el papel crucial que juegan las instituciones – tribunales, universidades y medios de comunicación -en discernir entre información confiable y no confiable. Para sobrevivir a esta revolución tecnológica, es esencial fortalecer estas instituciones.

En su más reciente obra “Nexus: una breve historia de las redes de información desde la edad de piedra hasta la IA”, Harari argumenta que, la humanidad en el ejercicio del poder empuja al ecosistema al borde del colapso de manera autoinfligida, es decir cada uno de nosotros somos los directamente responsables en el ejercicio de la satisfacción de las necesidades. Además, advierte que, se está gestando un mundo donde el sistema internacional complica la cooperación entre naciones, porque cada país, quiere salvaguardar sus recursos escasos y evitar el contacto con nuevas armas “apocalípticas” o “inteligentes”, obstruyendo y endureciendo su sistema de asistencia internacional.

Finalmente, su pensamiento esboza cómo hemos llegado hasta este momento y qué decisiones urgentes podemos tomar para sobrevivir, mediante el análisis de una visión de futuro y tendencias cada vez más próximas.

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* Yuval Noah Harari, reconocido historiador, filósofo, uno de los más influyentes pensadores contemporáneos y autor de obras como “Sapiens”, “Homo Deus” y “Nexus”.